La llegada de un bebé a la familia siempre es un momento muy especial. Sin embargo, también es una época llena de preocupaciones y acciones primerizas. Muchas familias nos preguntan cómo presentar el bebé a su perro.
La rutina, el bebé y el perro
Como en todo cambio de la rutina de nuestra mascota, aconsejamos una gestión anticipada. Es decir, unos meses o semanas antes de la llegada del bebé, hemos de realizar los posibles cambios en el entorno y rutinas del perro.
La anticipación evitará que el perro asocie los cambios a la llegada del bebé o la bebé. Un ejemplo podrían ser los cambios en las zonas en las que el perro puede estar. Por ejemplo, la nueva habitación del bebé. Si no queremos que entre, es importante hacer este cambio antes de que llegue el pequeño a casa.
Otro ejemplo claro son los perros que se suben al sofá o duermen con los dueños. Con la llegada del recién nacido es posible que los padres no quieran que eso siga sucediendo. Si lo inculcamos una vez llega el bebé, nuestra mascota creará una asociación negativa con él, algo que no nos interesa.
El momento clave
¿Hemos realizado todos los cambios con antelación? ¿Tenemos todo bajo control? Estupendo, pero… ¿cómo lo presentamos?
Hay varias teorías que plantean distintas formas de presentar al bebé. Una muy conocida, por ejemplo, es dejar al pequeño en el suelo y hacer que el perro lo inspeccione. Personalmente no creo que sea una buena forma de hacerlo.
Es muy importante mantener la calma, hacer de esta situación una acción cotidiana más. Cogemos al niño/a en brazos de forma natural y llamamos al perro para que establezca contacto. Mientras lo inspecciona, le hablamos amablemente, sin alteraciones.
En el caso de observar que el perro se muestra muy intenso o invasivo, podemos apartarlo suavemente con el brazo, siempre sin alterarnos. Es recomendable incluir algún tipo de recompensa (premio) o estímulo positivo para intercalar segundos de reconocimiento con premios y felicitaciones.
Momento de analizar
Una vez hemos presentado al bebé hay que estar atentos por si observamos alguna reacción extraña por parte del perro. Un ejemplo puede ser tensión, rigidez corporal con la boca cerrada, muestra de marcaje, etc. En el caso de observar alguno de estas actitudes, es recomendable parar el proceso y contactar con un educador para que valore cómo actuar.
Si el perro es mínimamente sociable y ha recibido unas pautas educativas en la convivencia, no debería haber ningún rechazo. Es un aspecto super importante. Por ese motivo insistimos en que los perros deben estar bien posicionados en la familia. Es decir, han de recibir recompensas por los buenos comportamientos y han de tener ciertos límites para que desarrollen tolerancia a las frustraciones.
Joan Carles Prats
Escola d’educació i comportament caní
Tel: 629113662
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