Hay muchos mitos alrededor de los gatos, afirmaciones falsas que se repiten como mantras y que todo el mundo cree a pies juntillas como que los gatos ven en la oscuridad o que siempre que un gato mueve la cola, es que está feliz. Una de las leyendas más conocidas acerca de los gatos es que siempre caen de pie. Si bien es verdad que los gatos son animales muy ágiles y que en la mayoría de los casos caen de pie, no siempre sucede así.
En realidad, los gatos no siempre caen de pie. Si que es verdad que por norma general sucede así y esto ha provocado que se haya generalizado la idea que los gatos sobreviven a caídas imposibles y les ha dado fama de casi inmortales, pero cuando un gato cae de una altura considerable, puede sufrir lesiones graves e incluso morir.
Hay dos características felinas que han contribuido a engrandecer esta creencia falsa: los reflejos y la flexibilidad que todo gato tiene. Los gatos suelen tener unos muy buenos reflejos. En concreto, el reflejo de orientación llamado de enderezamiento, lo desarrollan a partir de las 3 semanas de vida. Además, tienen un esqueleto muy flexible, que les ayuda a estar preparados para soportar caídas a ciertas alturas sin sufrir daños.
¿Por qué los gatos puede caer de pie?
Para entender la agilidad de los gatos hay que tener en cuenta que la morfología de su cuerpo les permite ciertos movimientos impensables para nosotros. Para empezar, los gatos tienen 30 vértebras (5 más que los humanos) y no tienen clavícula. Los huesos de su columna vertebral tienen más movilidad que la de muchos animales, de ahí que los gatos se doblen y puedan girar sus cuerpos fácilmente.
Cuando un gato está a punto de caer, empieza el proceso. El felino determina, visualmente o con el oído interno, su posición, dónde está arriba y dónde abajo. A partir de ahí, el felino curva su cuerpo para romper la simetría con el eje espacial y recoge sus patas delanteras y extiende las traseras para reducir la inercia de la región frontal del cuerpo y aumentar la de la posterior. En ese momento ambas zonas giran en sentido contrario, un proceso que se produce luego a la inversa y que puede llegar a realizarse más de una vez. De esta manera se explica que los gatos suelan caer de pie después de una caída desde cierta altura.
Las características felinas que reducen los daños de una caída
Otras características que los ayudan en sus caídas son la ligereza de sus cuerpos y huesos y el hecho que posean una piel tan gruesa. Todo ello hace que en el momento de la caída, disminuya la velocidad y, por tanto, las consecuencias del golpe.
Los gatos pueden extender sus extremidades, y esta peculiaridad ayuda a generar resistencia al aire y frenar el golpe. En el instante final de esta caída, los gatos se relajan y aunque pueda parecer contradictorio esto les ayuda a protegerse del impacto.
En conclusión, si el gato es joven y está ágil, y cae desde poca distancia, muy probablemente le dará tiempo a darse la vuelta y caer sobre sus patas. Pero si nuestro gato tiene ya cierta edad, tenemos que tener cuidado y evitar cualquier obstáculo protegiendo ventanas, terrazas y espacios altos desde los que podría caer.
En caídas a poca altura, nuestra mascota puede no tener tiempo de darse la vuelta, aunque tampoco tiene porqué hacerse daño, pero en caídas de larga distancia, nuestro gato podría llegar a sufrir lesiones importantes.
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