El perro, junto con el gato, es el animal doméstico más integrado en nuestras vidas. Cada vez más familias deciden compartir sus vidas con estos maravillosos animales. Por ese motivo es muy importante saber cómo comunicarte con tu perro.
Cómo comunicarte con tu perro de forma sana
Podemos y debemos entablar una relación basada en un vínculo sano. Conociendo, respetando y cubriendo sus necesidades para tener una vida equilibrada. Uno de los debates más comunes entre etólogos, veterinarios y educadores es el desconocimiento y no exento de cierta complejidad que se observa en los tutores/as de perros.
Un índice muy elevado de problemas de conducta entre una familia y su perro se debe a malos entendidos entre ellos; situaciones en las que los tutores interpretan señales de su perro que realmente tienen otro significado. A la hora de relacionarnos con un perro desconocido, es de vital importancia que sepamos unas claves, aunque sean sencillas, de cómo nos hemos de aproximar.
El contacto físico
En España, por nuestra cultura y carácter mediterráneo, utilizamos mucho el contacto físico en nuestras relaciones sociales. También lo hacemos al entrar en contacto espontáneo con un perro.
Es aquí dónde nos podemos llevar una sorpresa. Hay un índice elevado de perros con ciertos problemas de relaciones sociales o simplemente no tienen un grado elevado de socialización. Por lo tanto, necesitan de cierto tiempo para tolerar una caricia espontánea de un desconocido.
¿Cómo actuamos frente a un perro desconocido?
En primer lugar, si el perro nos llama la atención por diferentes motivos, hemos de observar su lenguaje corporal para saber cómo nos está recibiendo. En cualquier caso, debemos evitar una mirada fija. Esto último ya va en contra de nuestra forma natural de comunicarnos, ya que nosotros nos miramos a los ojos mientras nos dirigimos al hablar. Una mirada fija puede ser para muchos perros, una amenaza.
Posiblemente, si se siente amenazado, nos ladrará retrocediendo unos pasos hacia atrás. Aquí nos damos cuenta de que tiene cierto miedo de nosotros. Lo que normalmente ocurre es lo siguiente: La persona (con toda la buena fe del mundo) se inclinará ligeramente, incluso con el ademán de abrir los brazos y diciéndole ¡pero no tengas miedo!, manteniendo la mirada fija. Lo que el perro interpreta como una amenaza superior.
Esto es sólo un ejemplo de errores en la comunicación. Dentro de las diferentes situaciones pueden haber matices pero, en términos generales, enviar las mínimas señales de interacción excesivamente directa sería una buena recomendación.
Un lenguaje diferente
¿Qué deberíamos hacer? Mirarlo indirectamente, mantener cierta distancia de seguridad (para que no se sienta invadido) y motivarlo con alguna señal suave de mano ligeramente agachados. Si el perro viene, quiere decir que confía en nosotros. Si se queda quieto, es mejor no ir hacia él.
Si se acerca, debemos acariciarlo por debajo de la barbilla y pecho, una caricia por encima de la cabeza puede ser demasiado invasiva. Si mueve su cola o incluso toda su parte trasera, está contento de conocerte. Si notamos rigidez en sus movimientos, debemos dejar de tocarlo inmediatamente. La boca cerrada es una pista de rigidez muy común.
Aunque el perro disfrute de nuestras caricias (la expresión de la cara también dice mucho, a pesar de que es algo más difícil y sutil de interpretar) tampoco deberíamos excedernos. Caricias excesivamente prolongadas pueden llegar a estresar al animal. Si observamos que quiere alejarse de nosotros, nunca lo retendremos.
Un ejercicio interesante, podría ser, realizar caricias de una duración de tres segundos aproximadamente y dejar de acariciar para observar si el perro nos pide mas. Este post te puede interesar: Las claves del adiestramiento canino.
Joan Carles Prats
Escola d’educació i comportament caní
Tel: 629113662
Deja un comentario
Debes iniciar sesión para publicar un comentario